Se trata de la reconocida cárcel que queda en la isla, a pocos minutos de San Francisco y que actualmente se utiliza como museo. "No seremos rehenes de criminales, matones y jueces que temen hacer su trabajo", señaló el estadounidense, que sigue con su idea de mano dura.

"Cuando éramos una nación más seria, en el pasado, no dudábamos en encerrar a los delincuentes más peligrosos y mantenerlos alejados de cualquier persona a la que pudieran dañar. Así es como debe ser", argumentó Trump para reabrir la prisión que dejó de funcionar en 1963.